
🎙️ La historia de mamá – Por Ève Curie
Cuando pienso en mi madre, Marie Curie, no la imagino como "la señora ilustre" que todo el mundo reverencia. No. La veo como esa mujer sencilla, silenciosa, que se perdía entre libros y tubos de ensayo. Una estudiante pobre, una soñadora, la eterna María Sklodowska.
Nació en Polonia, en una tierra herida por la opresión. Desde niña, su mente era fuego. Y como en los cuentos, el destino la llevó lejos de casa: a París. Allí, sola y con hambre muchas veces, se lanzó a la conquista del saber.
Fue entonces cuando conoció a mi padre, Pierre, el único que podía seguirle el ritmo. Se amaron con la intensidad de dos almas hechas para descubrir lo invisible. Y lo hicieron: descubrieron el radio. Una sustancia que brillaba en la oscuridad… como ellos.
Juntos no solo iniciaron una nueva ciencia, la radiactividad, sino que dieron esperanza. Porque lo que encontraron no era solo materia, era posibilidad. Era futuro.
Pero la vida es cruel con frecuencia. Un carruaje se llevó a mi padre cuando yo era apenas una niña. Y ella… ella no se detuvo. Con el corazón roto y el cuerpo desgastado, siguió adelante. Solitaria, determinada, con la misma pasión que cuando todo comenzó.
Mi madre nunca buscó ser célebre. Le incomodaban los honores. Rechazó riquezas. Solo quería entender el mundo y ayudar a cambiarlo.
Durante la guerra, recorrió hospitales con sus pequeñas unidades radiológicas. Dio todo lo que tenía: su salud, su tiempo, su saber. Y más tarde, cuando la paz volvió, enseñó a generaciones de jóvenes que llegaban desde todos los rincones del planeta.
Yo nací cuando ella tenía 37 años. Y aunque el mundo la llamaba “madame Curie”, para mí siempre fue la muchacha polaca de trenzas largas que hablaba con el corazón y pensaba con estrellas en los ojos.
Einstein dijo una vez: "De todos los seres célebres, Marie Curie fue el único que la gloria no corrompió". Y yo lo confirmo. Porque incluso al final, cuando la muerte se la llevó en silencio, seguía siendo la misma: dulce, terca, curiosa. Intacta.
Su tumba fue sencilla, en un cementerio rodeado de flores silvestres. Nada de pompas ni discursos. Porque mamá no supo nunca ser famosa…
Solo supo ser grande.
— Ève Curie
La vida heroica de Marie Curie
Descubridora del Radio
Contada por su hija Eva Curie
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